La verdad ya estoy un poco cansado de encender el televisor y tener que padecer un nuevo debate. Con el paso del tiempo, todos los debates se han vuelto terriblemente predecibles: los periodistas siempre van a aprovechar el cuarto de hora para querer mostrar que son brillantes y suspicaces y para ello van a seguir haciendo preguntas que ni ellos mismos entienden…”Doctor Mockus, si usted fuera Barack Obama pero viviera en el siglo XVI y fuera primo de Luis XV, atacaría por sorpresa la isla de Córcega?”. A eso sumémosle lo predecible de los comportamientos de los los candidatos: Pardo va a seguir regañando a Santos, Noemí va a seguir diciendo que el país necesita una mujer, Mockus va a seguir pasándose del minuto, Petro va a seguir siendo el perdedor más inteligente del mundo y Germán Vargas Llegar va a seguir gritando en un salón de cuatro personas como si estuviera en un estadio de sesenta mil.
Dado todo lo anterior, creo que la única solución para acabar de una vez por todas con tanta elegidera sería decretar una monarquía que fuese la que de ahora en adelante llevase las riendas de este manido país. ¿ Se imaginan ustedes lo divertido que se pondría todo si decidiéramos que Colombia fuese gobernado por unos reyes de algún lugar con nombre pintoresco, como por ejemplo, Subachoque ?
Los reyes de Subachoque saldrían siempre en una sección especial de la revista “Caras” como le pasa hoy a Juan Carlos, Leticia y tantos otros en la prensa rosa española. A los reyes además se les perdonaría todo tipo de excesos, porque para están los reyes: problemas de pederastia, alcoholismo, abuso sexual, corrupción, afición al coaching o vegetarianismo serían males menores, dado que se trata de reyes, y los reyes, por antonomasia, hacen lo que quieren.
El asunto mejoraría incluso más cuando la reina quedara embarazada. No es lo mismo un hijo de un presidente a un heredero de la corona. Todo el mundo haría polla para ver si saldría hombre –lo cual indicaría que habría heredero al trono- o mujer –que se podría dedicar a cualquier banalidad: ikebana, panadería, crochet, consultorías en innovación, asesoría en jardines, clases de yoga o nado sincronizado.
Los reyes seguramente sufrirían de enfermedades elegantes y envidiadas, como la hemofilia, la fabiofobia o el bigote, en caso de las reinas y las princesas. Esto sería sumamente divertido, porque a diferencia del AN1H1 éstas serían enfermedades altamente deseables. Nada de tapabocas o aislamiento. Más bien, viviríamos expuestos y ligeros de ropas, a ver si nos da o se nos pega de una vez por todas una enfermedad real y así subimos de extracto, así sea gracias a las patologías reales…
Y sobretodo, tener rey evitaría tantos meses de debates y elecciones. Porque los asuntos de gobierno dependerían de que un buen día a un espermatozoide real le diese por invadir el cigoto que toca, el día que toca, a la hora que toca, y entonces, zas, habríamus nuevo gobernante sin tener que pagar tantas carísimas campañas ni tener que ver al pobre Darío Arismendi intentando parecer brillante con extrañas preguntas que ni él mismo entiende...